El recuento matemático de mi vida

Gracias a las redes sociales hace un par de años me reencontré virtualmente con una amiga de mi adolescencia con quien había perdido contacto por casi 3 décadas. La alegría y la curiosidad fueron intensas y en medio del deseo de actualizarnos ella me pidió que le hiciera un resumen de mi vida.

En realidad, no sabía cómo empezar pues habían pasado muchísimas situaciones durante todo ese tiempo, así que sin pensarlo mucho recurrí a un recuento matemático:

Dos países de residencia, tres matrimonios, dos divorcios y una hermosa hija le dije.

Sin ninguna duda la respuesta de mi amiga estuvo llena de sorpresa e incredulidad pues me había conocido como una joven bastante conservadora y analítica. Nuestra conversación me llevó a recordar las situaciones que marcaron decisiones en las áreas que realmente me importaban: donde vivir, con quien compartir la vida y cómo hacerlo.

El recuento matemático no lucia precisamente como una historia de éxito así que me vi forzada a reflexionar en las razones que me habían llevado a resumir mi vida con aquellos números. La conclusión fue auto reveladora pues pude reconocer que durante los momentos en que me sentía más sola y vulnerable terminé haciendo decisiones y elecciones basadas principalmente en mis debilidades y confusas emociones. Irónicamente las mismas elecciones que me habían llevado al ejercicio de prueba y error también me habían dado la oportunidad de fortalecer otros valores en mi vida como la gratitud, tolerancia, paciencia y ante todo el amor propio.

Mi primer matrimonio fue completamente fallido por no haber sabido entender las señales que me daba la vida en ese momento y por haber forzado una relación no saludable en la cual quería ser la única líder y la “salvadora” de quien mi acompañaba en ese momento. Ese primer divorcio fue una liberación maravillosa que me hizo revivir y despertar a una nueva vida en la cual entendía que mi mayor responsabilidad era conmigo misma.

Después de algún tiempo creí que había sanado heridas y que había crecido interiormente para aceptar por segunda vez el compromiso matrimonial. En esta ocasión mi capacidad para hacer “equipo” con mi nuevo compañero fue limitada, así como la habilidad para “negociar” lo que estaba dispuesta a aceptar y no aceptar dentro de la convivencia. Inconscientemente vivía en el modo de “autodefensa” completamente enfocada en mí y con un nivel mínimo de tolerancia para los demás. Después de un año de matrimonio decidí que no quería vivir esa vida y le propuse a quien era mi esposo la solución más fácil que conocía: llegar a un divorcio racional y amigable sin dar lugar al crecimiento y el ajuste como pareja.

No pasó mucho tiempo hasta cuando esa segunda ruptura se convirtió en el puente para una tercera relación. Es así como elegí iniciar por tercera vez lo que sabía seria mi proyecto de vida definitivo con quien había sido mi segundo esposo (algunos podrían llamarme reincidente). En esta oportunidad nos aseguramos de tener una clara y honesta negociación de los términos de convivencia. Negociación en la que la frase “los derechos de uno finalizan donde los del otro inician” adquirió gran importancia y en la cual generamos un compromiso mutuo para ser tolerantes, pacientes, agradecidos y en especial para convertirnos en la compañía idónea en el viaje de la vida que nos esperaba.

Hoy nuestra historia no solo hace sonreír a nuestra hija, sino que le ha permitido entender que tenemos la responsabilidad de evaluar, de amarnos y de ser honestos con nosotros mismos y con los demás, aunque la equivocación sea un posible resultado. Ningún error es tan malo cuando nos ha servido para hacer las cosas un poco mejor cada vez.

Esta narradora compartió su historia en Español y en Ingles. Este es el enlace para la versión en Ingles de la historia … https://sayitforward.org/mathematical-count-of-my-life/
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