Ser lesbiana es lo mejor que me ha pasado en la vida. Desearía haber imaginado esa posibilidad cuando era más joven porque cuando tenía 11 o 12 años, todo lo que sabía de lesbianas eran cosas discriminatorias, pero en la adolescencia descubrí quién era yo. Claro que al principio fue difícil porque da miedo ser lo que la sociedad prohíbe y niega. Sin embargo, con el paso de los años, entendí que ser quien soy no es un problema, ser lesbiana no es malo ni es algo por lo que avergonzarse. Así fue como descubrí el poder de mi voz, mi cuerpo, mis sentimientos, y mis ideas.
Cuando estaba en la preparatoria decidí contarles a mis amigas y amigos, y algunas profesoras que era lesbiana. Pronto me convertí en la persona que sabía de derechos humanos. Algunas personas de mi escuela me mandaban mensajes para contarme que eran LGBT y que querían salir del clóset, pero que no sabían cómo hacerlo. Yo era quién denunciaba al profesorado que hacía comentarios homofóbicos. Luego, cuando tenía 17 años, fui representante de sociedad civil ante el gobierno del Estado, como lesbiana joven, en Consejo Consultivo de la Dirección de Atención a la Diversidad Sexual. Así me convertí en defensora de derechos.
Hoy en día trabajo en una organización civil de lesbianas feministas. Mi trabajo es investigar cómo viven las lesbianas, cómo son los servicios de salud a las que acuden, qué trato reciben, y cómo ejercen sus derechos. Mis compañeras y yo usamos esta información para generar propuestas a las instituciones públicas o aliadas que promuevan y garanticen los derechos de las lesbianas en mi ciudad, en mi país y en mi región.
Cuando era niña, jamás imaginé que mi vida sería así porque nunca me permitieron soñar libremente. Hoy amo la vida que he construido para mí. A diferencia de todo lo que oí cuando era más joven, ser lesbiana me permitió escuchar a otras mujeres y valorar sus voces, valorar mi propia voz. Ser lesbiana me ha hecho estar orgullosa de lo que soy. Ahora puedo decir “no quiero” o “sí me gusta”. Ser lesbiana me ha permitido reconocer el valor de las diferencias, me ha permitido acercarme a otras mujeres que al igual que yo quieren construir un mundo más libre y feliz, donde quepan todas las personas y todas tengamos derechos, un mundo que no imponga una sola forma de ser. Ser lesbiana me ha hecho cuestionarme el racismo, el clasismo, la xenofobia, la misoginia y otras formas de exclusión. Ser lesbiana me ha hecho mejor persona.
Si pudiera decirle algo a otras lesbianas jóvenes, les diría que hay un mundo increíble por descubrir en el que otras mujeres como ustedes, estamos dispuestas a soñar juntas y a volver esos sueños realidad.
#YoungWomenSay is a collaboration between SayItForward.org and The Torchlight Collective in support of International Youth Day 2018 and culminating on International Day of the Girl. This campaign features blogs from incredible young women from around the world, and is designed to harness the power of storytelling and social media to drive attention to the lived experiences, dreams, and aspirations of young women around the world
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